Marina Dal Poggetto, profesora de IAE Business School y directora del área de Economía de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, analizó el lunes 20 de octubre la situación económica argentina en una charla con Portfolio Personal Inversiones. Su mirada, que partió desde el inicio de la actual gestión, ayuda a entender los desafíos que enfrentará el país en los próximos meses.
Cuando el gobierno asumió, la economía estaba “rota” en palabras de Dal Poggetto: reservas negativas, balance del Banco Central debilitado, inflación de dos dígitos mensual, una economía cerrada y precios relativos desalineados. La respuesta fue un programa pragmático, que buscó recapitalizar el Banco Central sin romper contratos, combinando controles de capitales, ajustes fiscales y una política monetaria coordinada con objetivos financieros. Este esquema logró reducir la inflación y reactivar parcialmente la actividad, aunque dejó vulnerabilidades importantes en la microeconomía y la gobernabilidad.
El esquema cambiario, basado en un tipo de cambio “ancla” con controles de capital, mostró sus límites. El atraso cambiario fue mayor al necesario, mientras que la expansión del crédito generó tensiones adicionales. Algunas intervenciones puntuales —como el blanqueo y la ayuda anunciada por el secretario del Tesoro de EE.UU., vía Twitter— dieron un alivio temporal, pero no solucionaron los problemas de fondo. A su juicio, sacar los controles de capital demasiado pronto y sin un ancla sólida provocó volatilidad y recesión.
Dal Poggetto subrayó que macroeconomía, microeconomía y gobernabilidad forman un triángulo inseparable. Sin estabilidad política y un horizonte de decisiones claro, ningún programa económico puede sostenerse. El acceso al crédito y la estabilidad financiera dependen de esa gobernabilidad; la ayuda internacional solo funciona si se inserta en un contexto político estable.
Para las empresas, la situación se traduce en costos elevados, presión cambiaria y tasas de interés altas. Esto lleva a recortes de personal, precarización y mayor informalidad laboral. Incluso los sectores dinámicos, como energía y minería, tienen preocupación por los precios relativos. La baja inflación es positiva, pero los ajustes macroeconómicos actuales están afectando al sector privado y al empleo formal.
Dal Poggetto insistió en que las reformas pendientes —tributaria, laboral y previsional— son urgentes y deben abordarse de manera coordinada, considerando la informalidad, la evasión y el federalismo fiscal. A su juicio, Argentina enfrenta cinco tensiones distributivas simultáneas: entre capital y trabajo, entre sector público y privado, el federalismo fiscal, los precios relativos y las reformas intergeneracionales. En este marco, construir una visión de largo plazo es clave; decisiones cortoplacistas o reactivas pueden ser costosas.
La profesora concluyó que la gobernabilidad es la condición necesaria para cualquier estabilidad futura. Extender el horizonte de decisiones permite planificar, acceder a crédito y estabilizar tanto la macro como la microeconomía. Sin una estrategia política clara después de las elecciones, cualquier intento de ordenamiento será temporal y frágil.
En síntesis, la economía argentina necesita combinar estabilidad macroeconómica, reformas estructurales y gobernabilidad política para que cualquier programa funcione. Las medidas actuales son paliativas y dependen de factores políticos y externos, por lo que el rumbo del país sigue estrechamente ligado al marco político que se construya tras los comicios.
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