Por Alejandro Marchionna Faré
Hace muchos meses que los dos amigos pasajeros regulares de la línea 102[1] que se encuentran regularmente en un bar sobre la Avenida Las Heras, el ingeniero profesor de la Facultad de Ingeniería y el contador que es director de la empresa familiar, no charlan sobre el club de sus amores[2].
“Hoy quiero seguir conversando sobre la empresa de tu familia”, dice el ingeniero en el momento en que se sientan en la mesa de su bar habitual.
“Y yo en cambio, no. Quiero hablar de nuestro club. Después de todo hay mucho para decir sobre la gestión de tu lista violeta al frente de la CD”, le contesta el contador, recién sentado.
“Bueno, hay mucho para elogiar”, responde el ingeniero, “las finanzas están casi equilibradas, el pasto en los jardines está cortado, no falta agua caliente en las duchas, las canchas están en un estado inmejorable para jugar, no hay grandes conflictos internos”.
“No me corras con el lema “paz y administración” que se justificó plenamente en la primera presidencia de Julio A. Roca. Vos estás muy lejos de ser el Francisco Madero[3] de nuestro club”.
“Pero qué pasa, señor tesorero… Ud. es parte de la Comisión Directiva”.
“Un milagro. Por empezar, Uds. han convencido a dos miembros de la CD, figuras de peso y con gran tradición en la dirección del Club, a pasarse de la lista amarilla a la lista violeta. Con esos pases, han alterado el equilibrio que habíamos negociado cuando nos unimos para hacer frente a la lista celeste…”
“Los dos han visto que tenemos propuestas mejores y una más larga vida institucional en el club”.
“A mí me parece que ha habido ofertas de cargos y espejitos de colores más que otra cosa”.
“Si fuera así está dentro del juego de la alta política que no puede dejar de jugarse en un club de la trayectoria y abolengo del nuestro, pionero y peso pesado del deporte”.
“Ah bueno, veo que reina el espíritu de Groucho Marx en nuestra Comisión”, apuntó el contador.
“Caramba, viniste con los tapones de punta, querido amigo”.
“Sólo señalo una amarga verdad. Esos dos individuos traicionaron la confianza de quienes armamos la última versión de la lista amarilla. Pero lo que más me entristece es que, habiendo sido elegidos con nuestros colores, con su pase parecen haber engañado a los socios que nos votaron. Ya no están más con nosotros, se pasaron a las filas violetas”.
“Uvas amargas…”
“Creo que estoy más allá de eso, ingegnere, estoy hablando de ética en la política interna del club”.
“Pero eso no ha existido nunca. Los pases de una lista a otra, las listas de unidad, son tradición de nuestra institución”.
“Ay, ay, ay. Hace dos generaciones, nuestros antecesores se comportaban de otra manera. La coherencia con los principios que uno sostiene y ha sostenido, el “tone at the top” son fundamentales para conducir una organización como es un club grande, pero asociación civil al fin. No somos una organización con fines de lucro. ¿Es necesario que te lo recuerde?”.
“No”, cortó secamente el ingeniero.
“Qué raro que quieras cortar esta conversación tan tajantemente”.
“Es que ya me imagino por dónde va a venir el hachazo”.
“Entonces teneme paciencia y en honor a nuestra larga amistad y a los principios compartidos, déjame hablar sin interrumpirme”, advirtió el contador.
“Estás bravo hoy”.
“Sí. Y creo que con razón”.
“Bueno, empezá de una vez”, se resignó el ingeniero.
“Empiezo por aclarar que no creo que estés involucrado personalmente en modo alguno en lo que voy a sintetizar ahora, tanto para tener un cuadro completo que podamos compartir y que nos lleve a una acción común”.
“Ah, este enfoque me interesa”.
“Ya adivinaste que se trata de la evidente complicidad del presidente y de algunos miembros de la subcomisión del deporte que priorizamos en el club. ¿En qué? En los desarreglos económicos y éticos en los que se ve envuelta y de la que es autora buena parte de la comisión directiva de la federación de ese deporte. En la federación han tomado decisiones de sponsoreo, venta de entradas y de derechos de televisación, partidos amistosos, distribución de los ingresos entre los clubes, en fin: todos los temas clave para la supervivencia de los clubes menores y el desarrollo continuado del país en el deporte. Las decisiones de la cúpula de la federación son cuestionables y arbitrarias. Han favorecido principalmente a los clubes grandes que tienen sus propios ingresos dados su trayectoria, los equipos y sus figuras, y el alcance de su fama a nivel global – que les permiten funcionar con autarquía y sostener su desarrollo institucional. Por supuesto, la cúpula ha actuado como colador y se ha quedado con la crema. Sus acciones son condenables desde el vamos tomando un punto de vista ético. No siendo abogado no estoy seguro de que no haya habido ilegalidades y violaciones de normas de todo tipo y calibre. Nuestro club se ha quedado ahí, contemplando en silencio cómo Estudiantes de La Plata fue castigado por la federación. La justicia divina se encargó de darle un campeonato en compensación por la cobardía y el silencio de los demás”.
“Te interrumpo tu diagnóstico. Comparto tu indignación y creo que el club se equivocó: así se lo he hecho saber al presidente en una reunión interna de la lista. Como se han equivocado tantos empresarios que no hablaron en defensa de la libertad y de la iniciativa privada en otras épocas. Callamos nuestros principios si afectan nuestros intereses. Mea culpa[4]”.
“¿Una reunión interna de la violeta? Habíamos quedado en no jugar ese juego. Daría la impresión de que no respetan los acuerdos específicos que firmamos antes de la elección y que fueron hechos públicos”.
“Mea culpa de nuevo. Si no hiciéramos estas penitencias privadas, ya la C.D. habría saltado por el aire y habría que convocar a una nueva asamblea de socios”.
“Nadie quiere peleas internas ni inestabilidad en la dirección. Eso no lleva más que a la confusión y a la pérdida de resultados en cualquier organización, ya sea un club, un país o una empresa. Tenemos que salir en público a respaldar al único club valiente de la federación. Y tenemos que volver a adquirir cohesión en nuestras ideas y en nuestra gestión. Que hoy la sentimos más suya que nuestra”, señaló el contador.
“El conductor de nuestra lista es bastante contundente en sus ideas e implacable con el disenso interno”.
“No me preocupa el hoy. Nuestro período es largo y tenemos todo tipo de peligros en la ruta hacia la próxima elección normal. Tenemos que cerrar filas y sumar. No podemos dividirnos. A la otra lista le interesa sobre todo el control de la caja. Yo por lo menos quiero un club sano que podamos transferir pronto a la generación joven de nuestras listas. Están impacientes por manejar un club de alcance global sin limitaciones y defectos parroquiales”.
“Nuestro líder no ve peligros. Está convencido de que ya está todo alineado para ganar en la próxima”.
“Hay que hacerle acordar de Troya. Y de Napoleón. Y del Tercer Reich”.
“Me perdiste ahí, contador”, dijo el ingeniero, “pero ya es hora de nuestra llamada familiar con los hijos desperdigados por el mundo”.
“Me refiero a lideres que creían que su sistema duraría un milenio. Pero no hay tiempo ahora, la seguimos”.
Con velocidades diferentes, los amigos se separaron para volver a sus casas. El contador no puede dejar de pensar en las consecuencias de la hybris. Pero ya no hay tiempo para consideraciones lingüísticas…
