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¿Puede la IA transformar la economía argentina?

El profesor del IAE Business School Lucas Pussetto participó del espacio Aula Académica en Expo EFI 2025 con una presentación que analizó el potencial de la inteligencia artificial (IA) para impulsar la productividad y el desarrollo en Argentina, así como los riesgos de adoptar esta tecnología de forma restringida.
Publicado miércoles 30 de abril

El profesor de Economía y Finanzas en IAE Business School Lucas Pussetto participó el martes 29 de abril en la edición 2025 de Expo EFI con una ponencia provocadora: "IA: sus efectos transformadores e implicancias para la economía argentina". En un contexto de estancamiento económico persistente y baja productividad, Pussetto propuso mirar a la IA no solo como una herramienta, sino como una oportunidad histórica.

El drama de la productividad y la promesa de la IA

Con un recorrido por las últimas cuatro décadas del PBI per cápita en Argentina, España y China, el profesor mostró cómo el país perdió terreno frente a otras economías, incluso frente a sus pares regionales. En particular, mostró la productividad laboral de Argentina y otros países de la región con respecto a la de EEUU en 1991 y en 2023, revelando una caída.

Además de plantear si la IA puede aumentar el crecimiento económico, abordó en qué medida podría hacerlo. Según datos recientes, la IA podría aportar entre 0,2 y 0,4 puntos porcentuales adicionales al crecimiento económico, dependiendo del país. Sin embargo, hay autores que van más allá y plantean un escenario optimista: si se desarrollara una inteligencia artificial general, el crecimiento podría tornarse exponencial. La IA puede ser la solución al problema estructural de escasez de ideas productivas.

El desafío de acelerar y ampliar la adopción

El economista remarcó que no basta con tener acceso a la IA: su impacto dependerá de la velocidad de adopción y de la intensidad en el uso. Esta última, a su vez, está determinada por factores estructurales como la competencia, la regulación inteligente, la calidad del capital humano y físico, y la infraestructura tecnológica.

Pussetto advirtió que, desde lo técnico, la IA ya genera mejoras de manera sostenida, pero su impacto dependerá de cómo se integre en los procesos de decisión. La IA no reemplazará al juicio humano, sino que lo complementará. Puede reducir el costo de ciertas decisiones, pero no eliminará la necesidad de interpretar, contextualizar y evaluar, explicó. En escenarios de incertidumbre, la clave será convertir reglas rígidas en decisiones adaptativas.

Tres futuros posibles (y preocupantes)

Pussetto también delineó tres escenarios negativos que podrían darse si no se aprovecha el potencial de la IA de forma amplia e inclusiva:

  • Avance lento y limitado a grandes empresas: con una IA orientada exclusivamente a automatizar, sin adaptación institucional ni cambios en el management, el resultado sería menor productividad y bajo crecimiento.
  • Más desigualdad: si la IA reemplaza tareas cognitivas y creativas, puede generar salarios más bajos para trabajadores desplazados y una élite reducida altamente remunerada.
  • Brecha entre empresas: si solo las grandes compañías acceden a desarrollos en IA, se profundiza la brecha de productividad, se reduce la competencia y se restringe el acceso a datos relevantes.

¿Dónde estamos y qué deberíamos hacer?

Argentina, sostuvo Pussetto, no está tan lejos del promedio regional en materia de preparación para la IA, pero sí rezagada en términos globales. Aun así, destacó que, por primera vez en 250 años, una tecnología de esta magnitud está disponible para todos los países a un costo relativamente bajo. Es decir, la IA puede ser una nueva línea de largada.

Para eso, es imprescindible que el país avance en políticas de primera y segunda generación. Las políticas de primera generación son las referidas a Infraestructura digital y al capital humano y las políticas laborales. En tanto, las políticas de segunda generación abordan temas de innovación e integración económica, y de regulación.

También destacó la necesidad de que la IA llegue a las pymes y a sectores rezagados, que son fundamentales para la economía argentina. El desafío no es solo adoptar la IA, sino hacerlo de manera inclusiva, evitando que profundice desigualdades o limite la competencia, consideró.

La conclusión de Pussetto fue que la IA no es una utopía, ni una amenaza inevitable. Es una herramienta poderosa cuyo impacto dependerá de cómo se la implemente. La clave es entender que la IA no va a resolver mágicamente los problemas estructurales de la Argentina, pero puede ser un acelerador si se combina con decisiones estratégicas en educación, innovación y desarrollo productivo. El mensaje final fue de alerta, pero también que, si Argentina logra transformar esta tecnología en un motor transversal para todos los sectores, podría volver a crecer de forma sostenida.

Fuente/Copyright: IAE Business School