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Catedra Gobierno de las Organizaciones

Daños en una guerra civil…

Cómo la ausencia de estructuras formales de gobierno, protocolos familiares y mecanismos de resolución de conflictos puede derivar en una crisis profunda dentro de una empresa familiar. El deterioro de las relaciones personales y la judicialización del conflicto reflejan los altos costos, humanos y empresariales, de no profesionalizar la gestión societaria.
Publicado miércoles 21 de mayo

El autor ya no volverá a pedir ideas a los lectores. Parece no haber eco en el valle virtual de los chats…

Algún lector memorioso recordará la columna “De regreso en el Directorio” del mes de agosto de 2024 del newsletter de la cátedra; y otro más reciente “Desvaríos en la coalición” sobre las idas y vueltas de dos listas del Club de los amores de los dos amigos pasajeros regulares de la línea 102[1] en el newsletter del mes de diciembre de 2024. Nuevamente el ingeniero está sentado en un bar sobre la Avenida Las Heras, como es frecuente, frente a su amigo el contador que es director de la empresa familiar.

“Contador, hace mucho que no hablamos de tu empresa familiar” comienza el diálogo el ingeniero.

“Esto parece ya un ritual entre nosotros. Cada tanto te acordás de la Caldera del Diablo[2]”, retrucó el contador.

“¿Te molesta que saque el tema? Pero es que me llama la atención que no hablemos más del tema, sobre todo habiendo pasado tanto tiempo”.

”Tendré que morder la bala y contarte lo que ha pasado en estos meses”, se resignó el contador.

“Me parece lo mejor…”

“Un capítulo anterior fue lo que di en llamar “accionistas en contradicción”. Fue una reunión horrible de accionistas – todos parientes - donde nosotros perdimos en el tema de dividendos y honorarios de directores. Los chicos malos insistieron en que levantáramos la mano como individuos cuando en realidad estábamos allí como accionistas y tres de nosotros valemos más que los otros cuatro. Me acuerdo también de otra cosa: me reprochaste que el Directorio estaba lleno de familiares. Que no teníamos un protocolo de familia, que ni siquiera teníamos un acuerdo de accionistas. Que no hay uno o más directores independientes” apuntó el contador.

“Es la aplicación de buenas prácticas de gobierno de una empresa familiar…”.

“Bueno, te acordarás que empezamos con que los tres accionistas que tenemos el 60% del capital nos sindicamos y en una Asamblea Extraordinaria cambiamos el Directorio: ahora estamos nosotros tres y dos directores independientes”, lanzó el contador.

“Ya era hora… Pero siguen sin armar un protocolo de familia. Y acordate que predije que entrarían en un estado de beligerancia” acotó el ingeniero.

“Te olvidaste de que los chicos malos fueron dispuestos a romper lanzas. En su día manejamos la Asamblea Extraordinaria de Accionistas con un factor sorpresa adicional, hoy controlamos el Directorio. Pero se acabó el affectio societatis y la paz familiar. Vos lo predijiste”.

“Vos me dijiste – “o ellos o nosotros.” Pero ahora hace varios meses que no hablamos del tema, entre el fin de año, las Fiestas y el verano...” dijo el ingeniero.

“Es difícil actualizarte en forma cronológica. Digamos que los parientes fuera del acuerdo han hecho un planteo en un juzgado comercial y sabemos que están hablando con un penalista para enviar una denuncia por fraude a una fiscalía “amiga de ellos”. Como nosotros tres tenemos otras fuentes de ingresos, hemos reducido la extracción de honorarios y dividendos para destinar la mayor parte del dinero que ahora sobra a pagar la deuda financiera de la empresa familiar. Todo está documentado tanto en lo bancario como en las formalidades de directores y accionistas. Ninguna persona en su sano juicio podría pensar que no hemos actuado en un todo en favor del interés societario” se defendió el contador.

“En la próxima Asamblea el bloque opositor no le aprobará la gestión al nuevo Directorio, querrán ser quienes firmen el Acta para después no firmarla o impugnarla, querrán usar el voto acumulativo para volver a tener un director que los represente. Harán insistentes pedidos de información interna y si son kamikazes empezarán a hablar mal de ustedes con empleados, proveedores, clientes y bancos”.

“Está claro que buena parte de la energía de la empresa estará dedicada al conflicto interno y no a repotenciar el negocio de la empresa. Lo malo también es que se envenenaron las relaciones de la familia. Chicos que crecieron juntos, hoy están en un bando u otro. Los más chiquitos – para mí los nietitos y los sobrinos nietos - dejaron de jugar juntos en la chacra de papá (que todavía compartimos) y como no entienden lo que pasa entre los adultos no dejan de preguntarnos por qué no se pueden encontrar más con ellos. Por esa razón mi rama de la familia dejó de ir a la chacra en Luján para evitar tiranteces, estoy buscando comprar una casa en el country de nuestro club” describió el contador.

“La vas a pagar más cara de lo que vale realmente, seamos sinceros”, interpuso el ingeniero.

“Puede ser. La verdad es que toda la vida armónica y agradable que teníamos en conjunto se ha pulverizado y sólo veo conflictos y problemas por delante. No sólo en aspectos formales y legales, sino en el día a día de las ramas de la familia, en nuestras vidas”.

“Yo vería honorarios de abogados que se acumulan en varios frentes y desacuerdos para vender activos en común. ¡Qué lío!”

“Ahora sí necesito de tu creatividad y tus buenas ideas. Con desesperación”.

¿Será tarde? Las guerras civiles son las más amargas ya que los enemigos han sido amigos hasta hace poco y cada bando conoce debilidades y miserias del otro. Los golpes son más arteros y duelen más. Los daños son mucho más devastadores y difíciles cuando no imposible de reconstruir. La posibilidad de reconciliación aparece siempre como más difícil y problemática. El conflicto podría arrastrarse durante años, quizás pasar a la generación siguiente.

El ingeniero y el contador se levantan de la mesa y se dan un fuerte abrazo. Combinan para verse muy pronto y seguir conversando sobre esta situación con un modo más “brainstorming”.

[1]“ Lìnea de transporte público urbano en Buenos Aires.

[2] Telenovela de la cadena ABC de la década de 1960 cuyo título original en inglés era “Peyton Place”. Mostraba los pequeños dramas y conflictos irreconciliables de un pueblo chico.