En los últimos 50 años, la participación de Estados Unidos en el PBI mundial cayó de más del 38% a alrededor del 26%, medido en dólares corrientes. Junto a esta tendencia, hoy el mundo observa con atención el impacto de Trump y muchos se preguntan si estamos ante el fin de la hegemonía de los EE.UU. Para responder a esta pregunta, es crucial analizar las alternativas y comprender que, en el contexto actual, la fortaleza de los países depende críticamente de sus empresas y mercados de capitales que las potencian. Por lo tanto, al evaluar la posible pérdida de hegemonía de los Estados Unidos, habrá que responderse dos preguntas: ¿Están el dominio de los gigantes globales de Estados Unidos -como Alphabet, Amazon, Apple, Meta o Nvidia- amenazado por las medidas que impulsa Trump? ¿Perderá relevancia su mercado de capitales como conductor del ahorro mundial hacia esas empresas y hacia la deuda estadounidense?

Si hablamos de empresas, Estados Unidos ha sido el líder indiscutido, al albergar a algunas de las más poderosas del mundo, muchas de ellas cotizando en el NASDAQ. Se les conoce como "tech" y aparecen en esta lista gigantes globales como Alphabet (Google), Amazon, Apple, Meta (incluido Facebook e Instagram) o Nvidia. Junto con China, son los únicos países con un nivel de desarrollo empresarial comparable. Europa está atrás y sus empresas van perdiendo importancia relativa de manera alarmante y, aunque India crece, aún está muy lejos de tener empresas que alcancen esa importancia.

Es más, aunque las únicas empresas que podrían competir con las estadounidenses son las chinas, donde vemos gigantes como Alibaba o BYD, la intervención del Partido Comunista en el sector privado hace unos años ante el crecimiento del poder de estas empresas genera dudas sobre su verdadero potencial. Podemos recordar el escándalo alrededor de la persecución del creador de Alibaba, Jack Ma, y su necesario refugio en Japón ante sus críticas al partido. Por tanto, al momento y visto en términos empresariales, EE.UU. aún no tendría competencia y, aunque Trump imponga aranceles, no parece que eso vaya a cambiar demasiado respecto de los gigantes globales en el corto y mediano plazo.

El análisis puede cambiar algo desde la perspectiva del mercado de capitales. Históricamente, Estados Unidos ha sido el refugio final para los inversores y su tasa de interés se considera la tasa libre de riesgo. Y, aunque el dólar ha ido perdido peso como moneda del comercio internacional, sigue siendo el medio dominante a tal efecto. Por otro lado, las empresas de Estados Unidos han sido las más buscadas por inversores institucionales de largo plazo.

Sin embargo, ante los movimientos de aranceles y los ataques de Trump sobre la Reserva Federal, hoy surgen dudas sobre su independencia y algunos especulan que el dólar podría dejar de ser ese refugio seguro, lo que sería un golpe mucho más grave para el sistema financiero global. De hecho, se ha visto una rotación de capitales desde empresas estadounidenses hacia fondos que no incluyen a empresas de Estados Unidos. Pero esa rotación podría ser de corto plazo y no parece haber en el mundo inversiones claramente alternativas a las de los Estados Unidos. ¿Se irán los capitales a bonos o empresas de Europa? Difícil. ¿De Asia? Más difícil aún. Esto es: el daño sobre el mercado de capitales de Estados Unidos estaría limitado por la ausencia de alternativas claras de inversión y por la robustez de sus empresas.

La conclusión pareciese ser que, a pesar del caos que pueda generar Trump, él no tendría la capacidad de desmantelar a Estados Unidos y ese círculo virtuoso entre gigantes globales y mercado de capitales. El mayor daño que podría causar en el corto plazo sería una recesión y afectar algo la reputación del país en el largo plazo, pero no creo que eso sea suficiente para desbancar a EE.UU. como la primera potencia mundial. Mientras siga liderando en innovación, generando gigantes globales que atraen capital y sosteniendo instituciones fuertes, el liderazgo de EE.UU. aún parece muy firme.