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IAE Business School

Siete claves para que la empresa familiar agropecuaria trascienda generaciones

Cómo sostener el proyecto familiar a lo largo del tiempo, profesionalizar la gestión y preservar los vínculos en contextos cambiantes. Lucio Traverso, director ejecutivo del Centro de Empresas Familiares del IAE Business School, resume siete aprendizajes esenciales para evitar las trampas más comunes, planificar la sucesión y construir un futuro compartido.
Publicado miércoles 6 de agosto
  1. La empresa familiar nace con la familia, no con el negocio

“La empresa familiar comienza cuando nace la familia del emprendedor, no cuando se constituye el negocio”, afirma Traverso. En el agro, este vínculo es aún más profundo: “El campo no es solo un activo, es parte de la identidad. Se vive, se transita, se siente”. Esta pertenencia emocional, tan potente, puede reforzar valores, pero también dificultar los procesos de cambio.

  1. Fragmentar no es la salida

Dividir tierras ha sido una salida frecuente para evitar tensiones, pero suele debilitar el proyecto. “La división fue una solución fácil, pero atenta contra la sustentabilidad. La clave está en construir unidad, sin negar las diferencias”, plantea Traverso. Cambiar la lógica de la herencia por una mirada estratégica es fundamental para sostener la escala y la competitividad.

  1. La sucesión no es un evento: es un proceso

La sucesión no empieza cuando el fundador deja el rol, sino mucho antes: “La vida misma va marcando señales. Cuando los hijos nacen, crecen, se vinculan con la empresa, ya estamos en proceso sucesorio”, explica. Este tránsito debe ser compartido, transparente y planificado. “Los miedos son comprensibles, pero si no se empieza, los problemas se heredan sin herramientas para resolverlos”, advierte.

  1. Puentes entre generaciones: del juicio al entendimiento

Cada generación tiene su lógica: “Nuestros abuelos creían en el sacrificio, nuestros padres en el crecimiento, los jóvenes de hoy buscan propósito”, dice Traverso. Sin diálogo, esas diferencias se transforman en grietas. “La clave es construir puentes. No se trata de tener razón, sino de poder convivir en la diferencia”, sintetiza.

  1. Liderar también es saber soltar

Traverso propone pensar el liderazgo en tres etapas: hacer, enseñar a hacer y dejar hacer. “Y esta última es la más difícil”, reconoce. El fundador no debe retirarse abruptamente, sino construir al sucesor con tiempo, formación y espacio. “No alcanza con el apellido: se necesita pasión, legitimidad y capacidad. El sucesor no se designa: se construye”.

  1. Profesionalizar la gestión para sostenerse en el mercado

El contexto cambia y exige nuevas herramientas, procesos y decisiones. “La continuidad no depende solo del vínculo familiar, sino de la profesionalización”, afirma Traverso. Incorporar tecnología, como la inteligencia artificial, y repensar los roles es parte de la adaptación. “Lo que funcionó hace veinte años, hoy puede ser una trampa”, advierte.

  1. Cuidar los vínculos: el capital más valioso

“El peor escenario no es perder plata, sino romper el vínculo. Si la familia está unida, lo económico se puede recuperar. Pero si se rompe la relación, ya no hay proyecto posible”, sostiene Traverso. Muchos conflictos actuales tienen raíces no resueltas del pasado. “Lo que no se habla, se actúa. Y todas las decisiones —o la falta de decisiones— afectan a personas y bienes. No se puede mirar para otro lado”.

Una oportunidad que exige decisiones nuevas

En un contexto desafiante, de caída del consumo y exigencias crecientes, Traverso reconoce que se abrió “una ventana de competitividad”, pero llama a no dormirse: “No alcanza con hacer lo mismo mejor. Hay que animarse a hacer cosas distintas. Si no, cuando la ventana se cierre, nos va a agarrar en el aire”.

Fuente/Copyright: Lucio Traverso