En un panel moderado por Iván Vizental, Head Strategist de Quinto Inversiones, los economistas Ricardo Arriazu y Lucas Pussetto analizaron la coyuntura económica, la inversión y el rol del capital nacional en el desarrollo del país. El espacio, titulado “Capital nacional, inversión y desarrollo económico: entre avances fiscales y desafíos estructurales”, formó parte del Encuentro Anual de Familias Empresarias, organizado por el Centro de Empresas Familiares (CEFAM) de IAE Business School. Bajo el lema “Empresas familiares argentinas: navegando hacia el desarrollo desde el arraigo y compromiso con la comunidad”, el encuentro, que se desarrolló el miércoles 27 de agosto en el Yacht Club Puerto Madero, atrajo a exponentes de diferentes generaciones de familias empresarias.
Un año dividido en dos: avances y retrocesos
En primer lugar, Ricardo Arriazu explicó que la coyuntura económica argentina puede dividirse en dos fases: hasta marzo y después de ese mes. En la primera etapa, destacó, el gobierno logró eliminar el déficit fiscal y reducir la inflación, mientras que la actividad económica alcanzó niveles históricos en febrero. El consumo, incluyendo bienes durables, creció y el consumo masivo comenzó a repuntar hacia fines del año pasado.
Sin embargo, a partir de marzo, señaló, la situación se deterioró: la economía se estancó y comenzó a caer, se perdieron reservas y la volatilidad de las tasas de interés generó incertidumbre. En este contexto, consideró que la confianza sigue siendo un desafío central para el gobierno, especialmente frente a la percepción de riesgo cambiario y la expectativa de devaluación después de las elecciones.
“Alguna gente me echa la culpa”, sostuvo y recordó que, antes del anuncio oficial, él planteó que había una probabilidad de que el BCRA pusiera un régimen de flotación cambiaria entre bandas y el video se volvió viral. “Yo estoy absolutamente en contra de las bandas porque el dólar mientras sea unidad de cuenta no se lo puede dejar fluctuar”, enfatizó y planteó que no está claro quién pedía que se aplicaran las bandas, aunque sugirió que podría haber sido el FMI.
A su juicio, la compleja coyuntura actual se originó, primero, por un factor estacional: el pago del medio aguinaldo y las vacaciones de invierno en julio. Por otra parte, enfatizó que, a diferencia de lo que sucede en otros países, en Argentina, cuando sube el tipo de cambio, la gente no vende dólares, sino que compra más y el tipo de cambio sigue subiendo.
“Desde que se abrió el cepo, los argentinos compramos 11.400 millones de dólares, neto USD 9.400 millones”, precisó. “Algo fue a depósitos en dólares, otra parte al contado con liquidación (los que tienen que pagar dividendos) y el resto para hacer gastos y guardar un poco en el bolsillo”, agregó.
“Cuando el gobierno salió a subir los encajes, la confianza ya estaba rota”, advirtió y agregó: “Ahora, para bajar el dólar, se necesitan tasas altísimas”. En cuanto a la cotización del dólar, sostuvo que “el gobierno está tranquilo con un dólar entre $1.250 y $1.320” y “no lo van a dejar subir (más allá de $1.320), sobre todo antes de las elecciones”.
En alusión a la declaración de un colega economista de que “se viene una gran devaluación después de las elecciones”, Arriazu sostuvo que no entiende por qué hay quienes sostienen eso, ya que no habría fundamentos en base a los vencimientos de deuda que restan (solo USD 1.800 millones). Y, frente al reclamo de cierto segmento del empresariado respecto de la necesidad de un tipo de cambio más alto, recurrió a una metáfora: “el petiso (por los empresarios) debe pedir una hormona de crecimiento (bajar el costo argentino), no devaluar el metro (por el peso)”.
Factores internacionales y oportunidades para Argentina
Luego, Lucas Pussetto, profesor de Economía en IAE Business School, se enfocó en el impacto de las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos y la geopolítica mundial en la economía argentina. La desaceleración inflacionaria y la estabilidad del empleo en Estados Unidos podrían llevar a la Fed a decidir en septiembre mantener o bajar levemente las tasas de interés, lo que sería favorable para países emergentes como Argentina. Al mismo tiempo, la creciente complejidad comercial global, con tarifas y conflictos entre potencias, ofrece riesgos, pero también oportunidades para Argentina en términos de exportaciones e inversión.
Reformas estructurales y competitividad
A continuación, Arriazu subrayó que mantener un superávit fiscal es fundamental. “La gran fortaleza de este esquema (por el modelo económico) es que no hay déficit fiscal. Por eso, le están tirando (desde la oposición) al superávit fiscal porque saben que ahí está el equilibrio”, consideró. Arriazu estima que el valor de la cosecha en 2026 va a ser 6.000 millones de dólares superior al de este año.
En cuanto a las llamadas reformas de segunda generación, consideró que deben enfocarse en reducir el costo laboral, tributario y regulatorio y en mejorar la infraestructura. Señaló que mientras estas condiciones no se modifiquen, la competitividad seguirá limitada y que cualquier ruptura del equilibrio fiscal complicaría el frente externo. También fue realista respecto de los desafíos políticos que implica instrumentar las reformas estructurales: “Ahí entrás en terreno difícil porque comenzás a atacar intereses”, sostuvo.
El economista describió que el gobierno prevé un esquema de cuatro etapas: primero, estabilizar la macroeconomía y reducir la inflación; segundo (post elecciones de octubre), implementar reformas estructurales; tercero, trabajar en lo que llaman la batalla cultural; y cuarto, generar crecimiento sostenido (a partir de 2027).
Innovación tecnológica y crecimiento a largo plazo
Después, Pussetto enfatizó la relevancia de la inteligencia artificial como motor de productividad. Destacó que, si se logra implementar como tecnología de propósito general, la IA podría impulsar un aumento significativo de la productividad en la región y, especialmente, en Argentina. Sin embargo, alertó que esto requiere coordinación entre el sector público y privado en inversión en investigación y desarrollo.
También se refirió a la productividad total de los factores, que históricamente ha sido negativa en Argentina durante años de crisis. La confianza en el sistema económico, aseguró, será clave para atraer capitales locales y extranjeros, especialmente hacia sectores estratégicos como minería y tecnología.
El desafío de reconstruir la confianza para atraer inversiones
Otro punto caliente de la conversación fue por qué la Inversión Extranjera Directa (IED) todavía no repunta y muchas empresas extranjeras están vendiendo sus filiales locales en operaciones de M&A (fusiones y adquisiciones). “Las empresas extranjeras se fueron cuando vieron precios razonables”, consideró Arriazu y agregó que “la clave es la confianza”. “La inflación destruye el sistema financiero, pero además Argentina destruyó el sistema de pensiones. Si das confianza, los capitales que están afuera van a querer venir”, continuó. “Argentina tiene posibilidades fantásticas. Por ejemplo: minería. Pero todo eso requiere confianza. El riesgo país de argentina es de 800 puntos, mientras que el promedio de la región es de 400”, añadió.
El rol del capital nacional y las empresas familiares
En otro orden, ambos economistas coincidieron en la importancia de las empresas familiares, que generan entre 65% y 70% del empleo y del PBI en Argentina. Además, destacaron que estas empresas tienden a planificar a largo plazo y representan un motor de estabilidad y desarrollo en un contexto de alta volatilidad como el argentino.
Finalmente, el panel concluyó que Argentina enfrenta un escenario complejo, con avances en el frente fiscal y la reducción de la inflación, pero con desafíos significativos en materia de confianza, inversión y competitividad estructural. En este sentido, los integrantes del panel coincidieron que la combinación de reformas estructurales, innovación tecnológica y el fortalecimiento del capital nacional serán fundamentales para generar un crecimiento sostenido en los próximos años.
Fuente/Copyright: IAE Business School