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Consensos que trasciendan coyunturas

La derrota electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires ha marcado un punto de inflexión en la política argentina.
Publicado lunes 13 de octubre

Por primera vez en mucho tiempo, se perciben gestos que reconocen la necesidad de abandonar la mirada unilateral para dar paso a un esquema de diálogo con mayor apertura. El acercamiento a los gobernadores, los recientes encuentros en el marco del Consejo de Mayo y la discusión temprana sobre reformas estructurales reflejan una búsqueda de consensos que, más allá de la diversidad ideológica, parecen responder a una señal clara de la ciudadanía que reclama acuerdos básicos que garanticen estabilidad y previsibilidad.

En este escenario, resulta alentador que los consensos comiencen a instalarse como un valor en sí mismo y no solo como un recurso electoralista. El desafío es que este impulso no se reduzca a un reflejo frente a los resultados electorales, sino que se transforme en un proceso sostenido que trascienda calendarios y gobiernos.

Desde el Centro Consensus, del IAE Business School, aportamos algunas reflexiones a este debate. El modelo Protocolo Empresa-Sindicato (Proes), ha demostrado que los acuerdos no surgen de la buena voluntad espontánea, sino de la disciplina y del método. Por eso creemos que este enfoque también ofrece enseñanzas valiosas para la arena política, donde los consensos requieren una estructura que los sostenga en el tiempo.

En ese sentido, el primer paso es el reseteo emocional. Ningún proceso de consenso puede construirse si antes no se reconoce que hubo desencuentros, errores o agravios. Aceptar esa historia no significa quedar anclado en el pasado, sino abrir la posibilidad de iniciar una etapa superadora. Ese gesto habilita a las partes a orientar la mirada hacia el futuro y a avanzar sobre intereses compartidos de largo plazo que trascienden la coyuntura inmediata. Dado el contexto actual y sólo a modo de ejemplo pueden señalarse la necesidad de mantener bajos niveles de inflación, impulsar la competitividad de los sectores productivos, preservar la empleabilidad y sostener un orden fiscal, que constituye la piedra angular de la actual gestión.

Ahora bien, la construcción de consensos no depende únicamente de los temas tratados, sino también del respeto y estabilidad de los interlocutores. Cuando quienes participan de las mesas de diálogo se mantienen en el tiempo, cada instancia de diálogo no implica volver a empezar, y esa continuidad demuestra un compromiso real. Más aún, cuando este compromiso es asumido por la cúpula de la pirámide del poder se genera un efecto que favorece la instalación de una cultura del diálogo en los distintos niveles de la sociedad.

Aun así, nada de esto se sostiene sin método. Los consensos solo se vuelven efectivos cuando existe una estructura que los ordena y les da disciplina. Por lo tanto, el método se convierte en un requisito esencial.

Los pasos que el Gobierno ha comenzado a dar en materia de diálogo son un avance en la dirección correcta. El gran desafío, sin embargo, es que esta agenda no quede limitada al calendario electoral ni a una necesidad táctica de corto plazo. Si la política argentina logra sostener consensos con visión estratégica, podrá construir una dinámica de gobernabilidad más madura y menos expuesta a los vaivenes coyunturales.

Celebramos este cambio de perspectiva y creemos que dotarlo de método y disciplina es la clave para que no se disipe con la próxima contienda electoral, sino que siente las bases de un nuevo ciclo de desarrollo económico, social y productivo.

Fuente/Copyright: Roberto Luchi y Sebastián Balsells