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La Nación

De Platón a Silicon Valley: los CEO que se formaron en Humanidades

En tiempos de inteligencia artificial y decisiones basadas en datos, cada vez más líderes empresariales reivindican el valor de las Humanidades; una ventaja competitiva para quienes buscan liderar con empatía y visión de largo plazo
Publicado miércoles 22 de octubre

En el mundo corporativo, las carreras de economía, derecho, ingeniería y administración suelen dominar la alta dirección. Sin embargo, hay un puñado de CEO y fundadores que se formaron en áreas como Filosofía y Humanidades, y que llevaron una mirada distinta a la conducción de compañías globales.

Desde George Soros (empresario) y Carly Fiorina (exCEO de HP) en el plano internacional, hasta Pierpaolo Barbieri (fundador de Ualá) y Constanza Bertorello (CEO de Pernod Ricard) en la escena local, los ejecutivos ponen en evidencia las ventajas estratégicas que las formaciones no tradicionales aportan a la mesa de directorio.

“Estos perfiles complementan la mirada tradicional de negocios y aportan una visión mucho más humana, holística y empática. En un mundo donde la tecnología no puede replicar la conciencia, la compasión o el sentido común, estas habilidades se vuelven esenciales para liderar equipos y conectar con la sociedad”, sostiene Alejandro Melamed, especialista en liderazgo y cultura organizacional.

Y aclara: “Es un valor agregado enorme, en un momento en el que el mundo requiere este tipo de mirada más humana: la tecnología sin humanidad se queda corta. Esto no significa que por haber estudiado alguna de estas carreras ya estén capacitados para asumir un rol directivo; sino que la formación sumada a otros conocimientos, experiencias, capacidades y habilidades que fueron desarrollando en el mundo de los negocios, les da una visión mucho más amplia”.

En sintonía, Fausto García, director del Centro de Emprendedores de IAE-Escuela de Negocios de la Universidad Austral, considera: “Una persona que estudia Humanidades decide diferente y pondera distinto el contexto. Se sabe hacer aconsejar de otra manera y no se queda solamente con los números. Un buen líder tiene que saber de gente, de motivación y de cómo conciliar el propósito, algo que tanto reclama la generación más joven. ¿Por qué tengo que trabajar en esta empresa? Un buen directivo tiene respuestas para ello, que muchas veces no vienen de un Excel”.

Los casos argentinos
Constanza Bertorello, CEO de Pernod Ricard para Cono Sur, es una de las ejecutivas que forma parte de este selecto grupo: se licenció en Letras y asegura que esa formación es una ventaja competitiva en su estilo de liderazgo. “Me ayudó a desarrollar competencias que considero fundamentales: una comunicación estratégica y precisa, pensamiento crítico aplicado a la toma de decisiones y una comprensión más acabada de los contextos culturales y humanos en los que trabajamos”, explica.

A lo largo de su trayectoria, lideró múltiples procesos de transformación organizacional y destaca que su diferencial estuvo en cómo comunicar el cambio. Dedicó mucho tiempo a diseñar el storytelling, anticipar impactos y adaptar el mensaje según los públicos. Esta mirada estratégica y empática ha sido clave para generar compromiso, y se refleja en los altos niveles de valoración que los equipos dan a la transparencia y claridad en las encuestas internas. Para mí, es una muestra concreta de cómo una comunicación cuidada puede potenciar el éxito de una decisión”, señala.

No obstante, el cruce entre humanidades y negocios aparece con mayor fuerza en el ecosistema emprendedor. Y Pierpaolo Barbieri aparece como una de las figuras más populares. El fundador de Ualá, la fintech que hoy supera los 6,5 millones de usuarios, fue becado para estudiar Historia y Economía en la Universidad de Harvard a los 17 años y luego continuó sus estudios de posgrado en Cambridge.

“Apliqué, entré y me dieron la beca en Harvard, porque en ese momento, por supuesto, en la Argentina del 2004, no podía pagarlo. Y gracias a la generosidad de la universidad y de sus graduados, pude ir y estudiar ahí”, señaló en una entrevista previa. Apoyado en sus estudios en ambas áreas, en 2015 publicó el libro La sombra de Hitler, un análisis sobre los vínculos económicos que existieron entre la Alemania de Hitler y la España de Franco, publicación que fue editada en cuatro idiomas -inglés, español, italiano y chino-.

También Martín Varsavsky, empresario argentino-español y fundador de siete compañías en los últimos 20 años, cruzó fronteras entre el pensamiento y la acción. Licenciado en Economía y Filosofía por la Universidad de Nueva York, inició su primer emprendimiento mientras estudiaba: Urban Capital Corporation, una compañía norteamericana dedicada al negocio inmobiliario y una de las promotoras de lofts, en la década de 1980.

En la década de 1990, presentó la Fundación Varsavsky, creadora del portal educativo Educ.ar en la Argentina; y, posteriormente, la Fundación Safe Democracy, con el fin de aportar ideas innovadoras y soluciones al debate de los principales acontecimientos y problemáticas de la actualidad internacional.

El mapa global
A nivel global, la lista de referentes que estudiaron humanidades es aún más extensa e incluye a algunas de las personalidades más relevantes del mundo de los negocios. Tal es el caso de George Soros, quien estudió Filosofía en la London School of Economics antes de iniciar la carrera financiera. Tras huir de la Hungría devastada de posguerra, trabajó como mozo y empleado ferroviario en Londres mientras cursaba sus estudios. En 1956 se mudó a Nueva York, donde comenzó a trabajar en financieras y años más tarde creó la firma de inversión Soros Fund Management, que hoy administra cerca de US$28.000 millones.

En los años ‘90, también tuvo negocios en la Argentina: fue socio de Eduardo Elsztain y Marcelo Mindlin en IRSA y obtuvo ganancias millonarias en el real estate local. Su nombre se asocia tanto con jugadas maestras en los mercados -como cuando logró una ganancia de US$1000 millones por la venta corta de la libra esterlina, día que pasó a llamarse “el miércoles negro” y le ganó el apodo de “el hombre que quebró al Banco de Inglaterra”- como con la filantropía y la política internacional.

Carly Fiorina, una de las empresarias más poderosas de Estados Unidos, también eligió un camino atípico. Se graduó en Historia medieval y Filosofía en la Universidad de Stanford, y trabajó como profesora de inglés y recepcionista en Italia. Recién después, de regreso a Estados Unidos, ingresó al mundo financiero y cursó diferentes posgrados en negocios y administración. Inició su carrera en el mundo de la tecnología en AT&T y a fines de los ’90 llegó a la cima: se convirtió en la primera mujer en dirigir Hewlett-Packard y en la única en liderar una de las 30 compañías del Dow Jones.

La lista sigue en el corazón de la tecnología. Peter Thiel, cofundador de PayPal y Palantir, estudió Filosofía del siglo XX en Stanford antes de dedicarse al derecho y a las inversiones. Fue el primer gran inversor de Facebook y un actor político de peso en Estados Unidos. Reid Hoffman, por su parte, completó la licenciatura en Ciencias en Sistemas Simbólicos y Ciencias Cognitivas en la Universidad de Stanford y un máster en Filosofía en Wolfson College, con la ambición de convertirse en un intelectual público, aunque luego se sintió atraído por el mundo empresarial. Fundó SocialNet, formó parte del equipo inicial de PayPal y, más tarde, creó LinkedIn, la red profesional que Microsoft compró por más de US$26.000 millones. La nómina también incluye a figuras como Susan Wojcicki, exCEO de Youtube, que estudió Historia y Literatura; y Brian Chesky, licenciado en Bellas Artes y fundador de Airbnb, entre otras.

“Son todas personas que tienen la capacidad de focalizarse en problemas humanos profundos, que vale la pena querer resolver. Y a partir de un buen problema, llegaron a buenas innovaciones y soluciones. Las Humanidades te dan una sensibilidad de intuición que es el punto de partida de la creatividad”, señaló García, de la Universidad Austral.

Y añadió: “Muchas veces, las teorías económicas simplifican la realidad para explicar ciertos fenómenos, pero esa simplificación tiene unos costos. Las humanidades permiten reducir esos costos o, por lo menos, ser consciente de esa simplificación. Ayudan a evitar modelos antropológicos o modelos de concebir a las personas -sean empleados, directivos o clientes- con visiones simples y falsas”.