Revista Alumni

El difícil arte de reinventarse en el mundo de los negocios

Manouk Manoukian logró convertir la emblemática empresa de motores Perkins Argentina en una exitosa compañía de autopartes
Publicado viernes 16 de marzo de 2018

Manouk Manoukian (PAD 2012) no sólo se llama igual que su abuelo, que murió poco tiempo antes de que él naciera, sino que también heredó, como su padre y su hermano, la cultura del trabajo y el espíritu emprendedor de reinventarse constantemente en el mundo de los negocios.

Cuando tenía 26 años, recién recibido de administración de empresas, se hizo cargo de la emblemática empresa de motores Perkins Argentina –hoy en día se llama Pertrak–, y como bautismo de fuego, la mantuvo de pie durante la crisis de 2001, para hoy convertirla en una compañía de autopartes que abastece a casi todas las terminales automotrices del país.

Su padre fundó la distribuidora de neumáticos Neumasur, y fue ahí donde Manouk comenzó su carrera laboral con tal solo 13 años. “Me hizo trabajar todos los veranos desde que empecé el secundario. Como buen inmigrante –e hijo también de inmigrante–, me inculcó la cultura del trabajo desde muy chico. Cuando empecé la carrera universitaria, no tenía opción: trabajar y estudiar. Comencé haciendo los trabajos más básicos, desde operario en el depósito. Tuve que hacer toda la colimba”, cuenta.

Pero una vez recibido, tomó coraje y le dijo al padre que quería dejar Neumasur y pasar a trabajar a Perkins, empresa con sede en Córdoba en la cual la familia era dueña del 33% de las acciones. Era 1999, y Manouk comenzó a tomar posiciones intermedias. “La empresa estaba bastante complicada, tenía problemas operativos y financieros. En 2001 asumí la gerencia general de la compañía, pero la expectativa era que la empresa no iba a pasar la crisis; iba a quebrar”, recuerda Manouk, de 44 años.

Hasta 2003 fue una etapa de supervivencia, pero ese año, una vez reestructurados los pasivos, comenzaron a invertir en máquinas para hacer funcionar nuevamente la empresa. Sin embargo, notaron un cambio en la industria: las terminales automotrices ya no buscaban proveedores que les armaran los motores.

Cambios en la industria

“En los 40’, las empresas hacían todo el auto: la integración vertical era absoluta. En los 90’ se fueron al otro extremo y se puso de moda la terciarización: todo era tercerizado. Ya para la década de 2000, las automotrices solamente fabricaban el corazón del auto: el motor y la caja de cambios. Por lo tanto, no había lugar para Perkins. Había que cambiar el modelo de negocios. Seguíamos fabricando el motor, pero no para aplicaciones de autos, si no para maquinaria agrícola, que significaba volúmenes más chicos”, explica.

Para 2008, con la crisis del campo, el nivel de ventas era tan bajo que decidieron poner fin a la producción. Y, como la compañía inglesa Perkins les había dado la licencia de la tecnología para armar los motores, al dejar de fabricarlos, tuvieron que buscar un nombre nuevo. Así nació Pertrak, una fábrica autopartista de piezas mecanizadas, que se convirtió en una de las proveedoras directa más grande del país. Entre sus clientes se encuentran Fiat, Iveco, General Motors, Renault, Peugeot, Citroen y Scania.

Después nacieron dos divisiones más: Motorline, que es una multimarca de repuestos que sigue fabricando componentes de los motores, y Central Plaza, un parque logístico industrial de 16 hectáreas de terreno.

“Hoy en día las máquinas que importamos son más chicas y hacen más tareas. Entonces nos empezó a sobrar lugar y descubrimos que el espacio tenía un valor inmobiliario importante. Ahora vamos a invertir tres millones de dólares para construir una nueva nave logística AAA”, dice orgulloso.

Su paso por el IAE se dio a los 38 años. “Había realizado antes un par de cursos cortos, los focalizados de tres días, pero quería hacer algo más intensivo, y me anoté en el Programa de Alta Dirección (PAD). Habían pasado también más de 10 años desde que había terminar la facultad, entonces me pareció un buen momento para refrescar conocimientos y volver a la academia”, señala.

“Fue una experiencia muy buena por la variedad de enfoques y la cantidad de gente que conocí. Sobre todo de encontrarme con otros gerentes generales de pymes o empresas internacionales. Este año cumplimos cinco años que hicimos el curso y nos juntamos todos. Tenemos también un grupo de WhatsApp, que usamos seguido para consultar inquietudes y buscar referencias para contratar a alguien. El curso genera un sentido de pertenencia único”, concluye.