Revista Alumni

El médico que se transformó en líder de una empresa familiar

Adrián Saporiti contaba con 20 años de trayectoria como médico cuando dejó el Hospital Clínicas por el Grupo Saporiti; volcó toda su experiencia a la administración y hoy volvió al Garrahan como consejero administrador
Publicado jueves 22 de febrero de 2018

Cuando Adrián Saporiti ya tenía dos hijos, unos 20 años de trayectoria como médico pediatra -había pasado por el hospital de Niños, el Clínicas y el Garrahan- y el respeto de sus colegas locales e internacionales, un hecho trágico hizo que su vida diera un giro.

Para ese entonces era jefe de terapia intensiva del hospital de Clínicas y estudiante de administración médica en el Instituto de efectividad clínica y sanitaria. En 1999 su hermano menor -que se encargaba del Grupo Saporiti, la empresa familiar de saborizantes- murió repentinamente, y al dolor que sintió ante su pérdida se sumó la decisión de tener que dejar una nutrida carrera en medicina para dedicarse al negocio familiar, fundado en 1927 por su padre. Hoy, con 60 años, es el presidente de la compañía.

“El motivo fue muy duro y a eso se sumaba que yo como médico era razonablemente bueno, había llegado a un nivel de conocimiento y de manejo de lo que yo hacía bastante bueno, tenía un reconocimiento local e internacional, pero me gustan los desafíos e hice el cambio”, cuenta Saporiti, que, aunque formado como médico, admite que la administración de empresas nunca le había sido ajena.

"El hecho de haber estado en terapia intensiva me ayudó mucho en todo lo que es manejo de decisiones y manejo de equipos"

 

“Ya me interesaba esa parte, yo era emprendedor, tenía una empresa chica de alimentación endovenosa para pacientes, y además el estar en terapia intensiva en la atención directa con pacientes es una cosa que en el largo plazo desgasta”.

Hábil, supo aprovechar cada experiencia de la medicina para volcarla al ámbito corporativo. Además, ya había cursado en 2002 el Programa de Alta Dirección (PAD) del IAE. Pero nunca se relajó, siguió perfeccionándose en economía y afianzándose día tras día en su nuevo rol en la empresa. “De lo que yo hacía me sirvieron algunas cosas y otras no, tuve que aprender contabilidad, lo que es un impuesto, cómo se liquida un sueldo. A su vez, el hecho de haber estado en terapia intensiva me ayudó mucho en todo lo que es manejo de decisiones y manejo de equipos, porque lo hacía todos los días, uno en terapia aprende a hacer eso lo mejor posible porque sabe que si se equivoca el costo no es solo económico”.

Otra de las cosas que puso en práctica fue el hábito de estudio que adquirió como médico; se dio cuenta de que una buena manera de ponerse a tono con su nuevo trabajo era tomando cursos y estudiando. De esa manera, descubrió que mantenerse actualizado no era solo cosa de médicos, y que la administración también brindaba constantes posibilidades de mejorar como profesional. “Aunque en administración de empresas seguir estudiando es mucho menos frecuente, ese hábito por estudiar y tomar cursos me permitió ponerme a la altura de otros profesionales. Ya sea en medicina como en administración el cocimiento siempre sigue evolucionando”, recalca.

Nuevos proyectos

Pero después de 20 años al mando de Grupo Saporiti, el alumni quiso darle una nueva chance a la medicina, aunque de una manera diferente y sin descuidar a los saborizantes. A la inversa de lo que había ocurrido en el 99, desde enero de este año es la administración la que busca cómo adaptarse a la ciencia: Saporiti forma parte del Consejo de administración del hospital Garrahan, una suerte de directorio conformado por cinco personas. “Creo que mi formación como empresario ayuda bastante a la mejor gestión de una empresa médica. Un hospital tiene que administrar los recursos de la mejor manera posible para dar la mayor cantidad de salud posible a la mayor cantidad de chicos posible. Hay un montón de conocimientos que yo adquirí durante 20 años de administración de una empresa: desde la selección de personal hasta cómo se organiza la administración o las cobranzas o las compras, y eso sirve en el mundo médico, porque la formación de los médicos es muy fuerte en el área médica y bastante menos fuerte en el área de la administración de una empresa. Y el Garrahan, al final del día, es una empresa que hay que administrar”, explica.

En su doble rol de médico y presidente de una empresa de saborizantes, explica que a diferencia de la creencia popular que indica que el sabor artificial es dañino, los saborizantes son cada vez más naturales y, por lo tanto, no perjudiciales para la salud. “En su gran mayoría terminan siendo naturales, con lo cual no hay un daño en sí mismo. Sí hay que pensar que como los saborizantes hacen que los alimentos sean más ricos eso provoca que la gente coma más de lo que debería. Lo que es un hecho real es que hay una epidemia de sobrepeso sobre todo en el mundo occidental, y también es un hecho que las poblaciones comen más cantidad de azúcar y de grasas que lo recomendable y eso en parte es responsabilidad de la industria de alimentos”.

Sobre la epidemia, acusa que el sedentarismo en la infancia es un factor clave y arriesga que, antes, los niños solían jugar al aire libre y con ejercicio físico, como por ejemplo andando en bicicleta. Ahora, en cambio, la tecnología se apoderó de gran parte de la oferta de entretenimiento de los más chicos, y el sedentarismo, persiste. “El desafío de las industrias de alimentos y de la sociedad en general es usar los alimentos más sanos y limitar el exceso de ingreso de azúcar y de grasas para evitar la obesidad”, señala Saporiti.