Revista Alumni

Salve Regina, de santería artesanal a emprendimiento con presencia regional

Publicado viernes 27 de septiembre de 2019

Samantha Regina Schnabel logró diversificar su negocio de figuras religiosos y hoy exporta a distintos países

Samanta Regina Schnabel (DPME 2016) es la emprendedora detrás de Salve Regina, la marca de souvenirs que nació con diseños modernos de figuras religiosas, pero que actualmente se diversificó a otros bocetos y exporta sus productos a países de la región. “Regina significa reina en italiano y es como se le dice a la Virgen en las oraciones; además es el nombre de mi bisabuela y es mi segundo nombre”, dice la fundadora, al explicar cómo surgió el nombre.

El emprendimiento nació casi sin proponérselo, en 2011, cuando renunció a su trabajo como administrativa en una constructora y comenzó a ayudar a su mamá en el pequeño emprendimiento de figuras de yeso, que le vendía a las santerías.

Como ya desde chica le gustaba hacer manualidades, dentro del negocio familiar, Samanta comenzó a diseñar algunos artículos religiosos y se los ofrecía a los clientes. De un día para el otro crecieron las ventas y en 2012 registró la marca. “Éramos solamente tres: mamá, yo y Maca, mi hija, que cuando salía de la escuela pasaba por la oficina y nos ayudaba a armar pedidos. Yo facturaba los pedidos y escuchaba mucho a los clientes, que consultaban por diseños nuevos y buscaban alguna novedad. La inversión inicial fue $500 para comprar una balanza y pesar las cuentas. Con eso pude hacer 15 rosarios y 25 pulseras esa primera semana y hablé con mi mamá para mostrarlos en la distribuidora. Al segundo día de exhibirlos, se había vendido todo el stock”, cuenta la emprendedora en su perfil en Linkedin.

El proyecto comenzó a crecer a tal velocidad que al año siguiente se incorporó su marido, José Luis López, que hasta ese momento trabajaba en Telecom. “Nos ayudó a profesionalizar el emprendimiento: pasamos de vender de un modo un poco artesanal a convertirnos en una pyme”, recuerda Samanta.

Desde entonces producen desde esculturas, rosarios, medallas y estampitas para las comuniones, hasta cuadernos, cartucheras y llaveros, entre otras cosas.

Además, gracias al local que abrieron en Galerías Pacífico, en plena zona turística, varios extranjeros comenzaron a conocer la marca y a llevarse algunos productos para sus países. “Ya hicimos exportaciones a Paraguay, Chile, Uruguay, México, Costa Rica y Ecuador. Todavía es una unidad muy chica, que no llega al 10% del total de las ventas. El objetivo es aumentar los envíos al exterior, donde creemos que hay mucho potencial”, cuenta.

En el mercado doméstico tienen también locales en los shoppings Alto Palermo, Unicenter, Dot, TOM y en Rosario, entre otros. “En total son 11, entre propios y franquicias. Además tenemos una red de vendedores independientes y utilizamos el e-commerce”, dice, y cuenta que tienen 250 empleados.

A su vez, a medida que el negocio crecía, ella decidió hacer el DPME en el IAE, en 2016, y su marido lo hizo al año siguiente. Actualmente, José está terminando el MBA también en el IAE.

“Fue un antes y después de cursar el DPME porque me cambió la mirada, sobre todo con el manejo de las personas. Venía de la vieja escuela en el que las relaciones eran más estrictas. Ahora interactuamos de otra manera con los empleados, los escuchamos mucho más y buscamos que haya un ida y vuelta. Armamos un equipo y los incentivamos a que participen. Antes no sabía trabajar en equipo, el IAE me abrió la cabeza”, confiesa.

Hace poco tiempo, el banco Galicia la convocó para contar su caso de éxito. “Tener que hablar en público y contar nuestra historia me hizo salir de la zona de comfort, pero estuvo bueno porque hay pocas mujeres en estos lugares. Nuestra pyme es muy familiar, le ponemos mucho corazón a lo que hacemos y somos muy apasionados”, dice. Su hija Macarena tiene 25 años, estudia marketing y está en la parte de ventas. Luciana, de 18 años, ayuda en la parte gráfica. Samanta sigue como directora creativa de la marca.

“Mamá está re orgullosa: el emprendimiento que ella empezó se transformó en todo esto. Está jubilada ahora pero igual nos da una mano y cada tanto visita algún cliente. Somos un gran equipo, nos encanta lo que hacemos y lo disfrutamos”, concluye.