Revista Alumni

Webinar: Los videojuegos abren una nueva oportunidad para repensar la relación entre padres e hijos

Publicado jueves 12 de agosto de 2021

A partir de una investigación realizada por la Universidad Austral y la Universidad de los Andes sobre las percepciones de los videojuegos, Francisco Albarello y Mariángeles Castro Sánchez proponen que los padres se involucren en el ámbito de esos juegos y reflexionen sobre la posibilidad de que a través de ese espacio se genere una nueva conexión.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Austral y la Universidad de los Andes basada en el uso de los videojuegos fue el puntapié inicial para debatir sobre el impacto de esos juegos en las dinámicas familiares y repensar los vínculos entre padres e hijos.

La investigación, desarrollada durante 2019 y 2020, se basó en el juego Fortnite, y consistió en 82 entrevistas en profundidad a niñas, niños, padres, madres y cuidadores de hogares argentinos y chilenos, para determinar sus percepciones sobre los videojuegos.

En los resultados del estudio se concluyó que los padres sostienen una mirada negativa sobre los videojuegos, asociados a cuestiones como las adicciones y la violencia, pero también se revela que en la mayoría de los casos reina el desconocimiento sobre el significado de estos juegos y cómo convertirlos en una herramienta de comunicación familiar.

Ante esto, Francisco Albarello y Mariángeles Castro Sánchez, los especialistas que llevaron adelante el estudio, coincidieron en la importancia de que los padres se involucren en el ámbito de los videojuegos y reflexionen sobre la posibilidad de que a través de ese espacio se genere una nueva conexión.

Albarello, que es Doctor en Comunicación Social y director del doctorado en Comunicación Social de la Universidad Austral, explicó que se eligió a Fortnite como caso de estudio porque es “el videojuego social más jugado”. “Es muy probable que la percepción esté sesgada por la falta de experiencia y eso genera un prejuicio”, comenzó el experto en una charla que mantuvo con los Alumni de IAE.

“Un video juego es una expansión transmedia. Una historia que se juega en distintas plataformas, no solo en una consola. Hay películas, comics, relatos, la vida real alrededor de un fenómeno que transciende y un negocio bastante desarrollado. Hay una lógica de compartir todo el tiempo lo que se está haciendo en vivo”, describió Albarello.

En este sentido, propuso derribar ciertos prejuicios: “No hay una relación directa que indique cuestiones perjudiciales sobre los videojuegos. Lo que tiene de llamativo el fenómeno de los videojuegos es el grado de realismo y eso despierta la preocupación de los adultos”.

“Otra cuestión es pensar que los chicos solo juegan contra la máquina, que quizás esa es la experiencia de los adultos, pero estamos ante la especie de los videojuegos sociales. Muchos se juntan en el Fortnite y hacen amigos de la play. Acá hay una dimensión que se nos escapa como adultos. El gran componente de los videojuegos tiene que ver con lo social”, puntualizó Albarello. E intentó tranquilizar al explicar que si los niños les gritan a las pantallas es porque “se trata de un fenómeno de inmersión, lleva a una dinámica de posicionarse en el juego activamente”.

En coincidencia, la familióloga, especialista en educación y directora de estudios del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral, Mariángeles Castro Sánchez, indicó que cuanto más escasa es la experiencia de esa situación lúdica, mayores son los preconceptos. “El prejuicio parte del desconocimiento, no se basa en la evidencia ni contempla todas las dimensiones de la discusión. Hay una brecha entre este abordaje y la mirada de los niños y los adolescentes a los que entrevistamos. Esto nos aleja de lo que es este espacio lúdico, del verdadero sentido del videojuego para ellos”, sostuvo.

Por eso, dijo, los especialistas elaboraron una propuesta para que padres y madres reconviertan sus concepciones sobre los videojuegos. “Conocer qué pasa, poner el nombre a las cosas es el primer paso para contar qué es lo que está pasando, para autorregularme y modular lo que interfiera negativamente; entender la motivación para ordenar las emociones en pos de un objetivo, reconocer qué les pasa a las personas con las que juego, eso es trabajar la empatía”, señaló Castro Sánchez. Y agregó: “Esto sirve para el manejo de las relaciones. Es la esencia de la competencia social. Los videojuegos son eminentemente sociales. Componen una experiencia social. Por eso los jugadores desarrollan habilidades sociales y sirve para la vida”.

Castro Sánchez también invitó a entender que a través del mundo online se pueden desplegar valores que se relacionan con los videojuegos, como la paciencia, la perseverancia, la prudencia, la generosidad, el orden, las secuencias y la audacia. “Podemos aportar mucho desplegando estrategias que incorporen valores para la vida online y offline. Esto compone una identidad de vida en ambas dimensiones. Los mismos valores del mundo offline corren para el mundo online”, dijo.

“Los padres no tenemos que pararnos en los extremos. El terreno de los grises es enorme y más complejo de abordar, pero es lo que nos va a acercar a la realidad. Recomiendo un enfoque tecno-ético. Predicar con el ejemplo. Tenemos que ser consistentes con decir y hacer. Que perciban que vamos en serio”, recomendó la familióloga.

En tanto, introdujo los conceptos de co-view y co-play, esto es, mirar y jugar juntos. “Lo más importante es enfocarnos en qué hacen nuestros hijos con las pantallas y formarlos integralmente. También tienen que ser usuarios competentes para aprovechar las oportunidades y minimizar los riesgos. El juego es fundamental para el desarrollo de los niños. Tiene una serie de bondades irremplazables y los videojuegos también”, aseveró. Y resaltó la importancia de reforzar el diálogo para demostrar interés. “Compartir una conversación para que vean que nos interesamos por sus intereses y salirnos de esa mirada de adultos. Este es el primer paso para establecer un canal de conversación fluido”, detalló.

“Pensemos cuánto conocemos, cuánto intentamos leer ese libro, cuántas llaves probamos, cuánto estamos atentos e intentamos afinar nuestra percepción. Qué los apasiona, qué videojuego les gusta, cuáles son sus sueños. Este vínculo va a ser la llave de todo lo demás: del diálogo, de compartir, de los acuerdos”, cerró Castro Sánchez.