Revista Alumni

Del bitcoin y las criptomonedas a la Web 3.0

Detrás de las criptomonedas, se encuentra el ecosistema blockchain, que está cambiando la forma en que nos organizamos económica y socialmente hacia una mayor descentralización del poder. Su futuro dependerá, en gran medida, de cómo actúen los gobiernos, los bancos centrales y las grandes empresas tecnológicas globales que aún concentran la toma de decisiones clave.
Publicado martes 23 de abril

Hace unas pocas semanas el bitcoin superó el precio máximo histórico que había alcanzado en el 2021, atrayendo nuevamente la atención sobre las criptomonedas y relanzando una vieja pregunta: ¿tiene algún sentido todo esto o es un Ponzi sofisticado?

Debajo de las criptomonedas que atraen inversores que pretenden hacerse ricos súbitamente, existe todo un mundo que está naciendo. Lo que caracteriza a este ecosistema es un conjunto de tecnologías, llamado genéricamente blockchain, que permite dar un gran paso en la manera de organizarnos económica e incluso socialmente. Es posible situar este paso en un camino que lleva varios siglos en marcha y que podríamos llamar la tendencia a la descentralización o distribución del poder.

Desde la división de poderes impulsada por Montesquieu hasta Wikipedia, podemos ver una tendencia a evitar que el poder se concentre en pocos decisores. Algunos dispares ejemplos de esta tendencia son las democracias, las leyes anti-monopolio, Internet, el movimiento de software open source, Wikipedia e incluso la mayor horizontalidad que hay en las empresas en la actualidad. El hombre organizado socialmente buscó evitar la concentración del poder, encontrando mecanismos para que las decisiones se tomen de manera más participativa.

Sin entrar en detalles procuraré dar una intuición de la manera en que la tecnología de la blockchain permite la descentralización con un ejemplo muy sencillo: un registro de la propiedad. Éste es básicamente un archivo que permite determinar quién es el dueño de un inmueble. La validez de esa información viene determinada por la autoridad que custodia y registra la información en ese archivo. Los usuarios de la información deben “confiar” en el custodio y se hacen dependientes de él.

Por otro lado, la blockchain es un archivo de datos con dos características muy importantes: la inmutabilidad y la descentralización. No tenemos espacio para explicarlo en detalle, pero usando criptografía y otros aportes científicos, se logra no sólo que el archivo sea inmodificable sino también que cualquiera que lo desee puede tener una copia del archivo en su computadora, asegurándose la veracidad del archivo sin una autoridad central. Con la tecnología de la blockchain, se podría guardar el registro de la propiedad, sin necesidad de una autoridad central en la que confiar.

Muchos hablan de un sistema trustless (sin necesidad de confianza), pero en realidad se podría decir que la confianza está puesta en la comunidad que está detrás de la blockchain. En concreto en quienes desarrollan la implementación de la tecnología, los que tienen copias de la blockchain, etc. Esta tecnología permite transparentar las acciones y generar sistemas de incentivos que facilitan una mayor coordinación de la comunidad evitando comportamientos oportunistas.

Posiblemente la aplicación actual más importante de la tecnología es la primera que surgió: el bitcoin. El bitcoin pretende ser dinero descentralizado, sin ninguna autoridad que regule su emisión, ya que ésta se rige por una regla según la cual no habrá más de 21 millones de bitcoins. ¿Podría cambiarse la regla para emitir más? En la teoría sí, pero posiblemente en la práctica no, porque tendría que ponerse de acuerdo muchísima gente, que seguramente serían los primeros perjudicados si aumentara la cantidad de bitcoins ya que caería su precio.

Otra gran aplicación son los smart contracts implementados a través de la blockchain Ethereum. Estos consisten en grabar y ejecutar software a través de la blockchain, convirtiendo Ethereum en una computadora descentralizada. Los programas subidos ahí son totalmente transparentes y se ejecutarán indefectiblemente, dando pie a infinidad de aplicaciones. Las más desarrolladas conforman las Finanzas Descentralizadas (DeFi) que permiten, entre otras operaciones, realizar intercambios (uniswap.org) o tomar y otorgar créditos (aave.com) de manera totalmente automática y descentralizada. Los smart contracts no se limita a las transacciones financieras, ya que existen aplicaciones como por ejemplo un sistema descentralizado de arbitraje de conflictos (kleros.io).

Este mundo de aplicaciones descentralizadas es lo que se conoce como Web 3.0, donde ya existen incipientes aplicaciones que permiten funcionalidades como las de YouTube, Spotify, Mercado Libre, Whastapp, etc. donde el poder de decisión se transfiere de los actuales dueños a un smart contract que es creado y mantenido de modo transparente por toda la comunidad involucrada.

¿Tiene futuro esta tecnología? Es difícil responder. Considero que eso dependerá de cómo se comporten los que hoy concentran algunos de los poderes que podrían descentralizarse: por ejemplo, bancos centrales y gobiernos, y empresas como Meta o Google. Si miramos la historia de la humanidad podría decirse que el hombre siempre buscó más espacios de libertad y autodeterminación, y esta tecnología podría ser un gran impulsor.