Revista Alumni

Una buena sintonía entre sus socios, la fórmula de King Berry para crecer

Según Francisco Estrada, fundador de la empresa que produce y comercializa arándanos orgánicos, es clave tener un buen entendimiento con su socio Pablo Ballazini
Publicado jueves 22 de marzo de 2018

A Francisco Estrada (46 años), el EMBA que hizo en 2004 le cambió la vida. De un proyecto teórico que tuvo que realizar en grupo para el IAE nació su empresa King Berry, que fundó con Pablo Ballazini (47 años), compañero del máster. La puesta en marcha del emprendimiento lo hizo mudarse también a Tucumán, con su mujer y una hija. En el norte, nacieron tres más –otra mujer y dos varones–, todos hinchas de Atlético de Tucumán. “Ya no volvemos más a Buenos Aires, hay casi más locales que visitantes”, dice jocoso con tonada norteña.

Francisco es ingeniero agrónomo y está a cargo de la parte operativa de la producción, empaque y comercialización de los 500.000 kilos de arándanos, 60 toneladas de frutillas y las 160 toneladas de limones que la empresa exporta a Estados Unidos, Canadá, España, Inglaterra, Holanda, Alemania, los países nórdicos, Polonia y Rusia. “Vamos a vender a China si los aranceles lo permiten, porque es un mercado nuevo que se acaba de abrir”, proyecta.

“Como agrónomos estamos más formados para producir, no para dirigir o formar una empresa. Siempre tuve el espíritu emprendedor y toda mi vida tuve emprendimientos. Lo mío era más intuitivo que profesional en la parte empresarial, entonces decidí hacer al MBA para que me de la formación de empresa y que los emprendimientos tengan una formalidad superior”, cuenta.

Francisco Estrada y su socio Pablo Ballazini

La elección de Tucumán para llevar a cabo el proyecto académico no fue azaroso. “Buscábamos un lugar en el país donde este emprendimiento tenga más posibilidades de éxito. Si bien Tucumán era el más incómodo porque vivíamos en Buenos Aires, salió como el lugar más prometedor, porque da fruta en primicia. Cuando Tucumán inicia la producción, las otras zonas no, con lo cuál tenes una ventaja económica porque los precios son más altos al comienzo de la temporada”, explica.

La inversión inicial, allá por 2004, fue de 1,25 millones de dólares. Al poco tiempo se sumaron nuevos inversores, y a los tres años se depositaron 3,3 millones de dólares más en financiamiento. “A lo largo de los 14 años, la empresa fue virando el perfil y nos fuimos moviendo a la producción orgánica. No es algo común en la Argentina. Es una forma de producir que limita los agroquímicos que se usan para combatir plagas y enfermedades, con lo cual son técnicas mucho más frágiles, pero medioambientalmente mucho más amigable”, señala.

“Si bien te aumentan los riesgos productivos, porque estás mucho más expuesto, el mercado te paga un plus que suele ser muy importante. El diferencial de precio hace que sea atractivo arriesgar”, analiza.

Costos logísticos

Sobre los costos logísticos, Francisco explica que fueron los primeros en desarrollar el despacho marítimo desde su propio empaque. “Abrimos una aduana en nuestras instalaciones para poder despachar desde nuestra planta los contenedores cerrados con el tratamiento cuarentenario que fuese necesario para el país de destino. Cerramos el contenedor y va vía Chile a Estados Unidos, o vía Buenos Aires a Europa. No tenemos que pasar por ninguna mano, lo cual es muy importante desde los costos, porque lo maneja todo uno, y desde la seguridad alimentaria, es algo crítico y determinante en estos momentos por todo lo que es el bioterrorismo. Tenemos una estructura logística muy segura para nuestros clientes”, dice.

Este año inauguraron una filial en Estados Unidos, que sería la última parte de la integración de la empresa hasta llegar a los supermercados de sus clientes en los países de destino. “Terminamos siendo una empresa súper integrada, desde la producción hasta la distribución”, comenta.

La idea del proyecto en verdad nació de otro de sus compañeros, que los llamó a él y a Pablo por las especialidades que tenían (su socio es contador, especializado en finanzas). “Con Pablo nos tocó trabajar juntos desde el primer momento y pegamos muy buena afinidad. En estos 14 años de sociedad tuvimos tiempos muy difíciles, pero eso nunca afectó nuestra relación. Esto es crítico para que la empresa funcione: no es solamente tener las herramientas y la financiación, sino que en la sociedad haya un buen entendimiento y una buena relación, que me parece lo más destacable de nuestro emprendimiento”, concluye.