El segundo panel de la jornada, titulado “Competitividad sistémica: Construyendo consensos para competir en un mundo dinámico”, reunió a tres voces con experiencias diversas pero complementarias: Dante Sica, socio fundador de ABECEB y exministro de Producción y Trabajo de la Nación; Gerardo Martínez, secretario general de la UOCRA; y José Luis Alonso, CEO de Mirgor.
Con la moderación de los profesores Roberto Luchi y Alejandro Zamprile, el panel se convirtió en un espacio de diálogo entre referentes del mundo empresario, el sindical y el de la función pública, en línea con el espíritu de la Jornada organizada por el Centro Consensus y la dirección de Alumni del IAE, que busca transformar tensiones en acuerdos sostenibles.
Sica recordó experiencias pasadas que mostraron que los consensos son posibles, como las mesas sectoriales impulsadas durante el gobierno de Mauricio Macri y los acuerdos estratégicos en Vaca Muerta o Tierra del Fuego, donde la voluntad de los actores resultó clave. “Depende del compromiso de todos: del Ejecutivo nacional, de las provincias y de los sectores involucrados. Aun cuando los resultados no sean inmediatos, lo que queda es la práctica del diálogo”, afirmó.
En tanto, Alonso, desde la visión empresarial, planteó que la competitividad es como una orquesta en la que cada actor debe hacer sonar bien su instrumento: “El problema es que venimos de mucho tiempo de estar cerrados al mundo, mientras todo evolucionaba. La competitividad no depende solo de la mano de obra: empresas, gobiernos y sindicatos tienen que entender que forman parte de un mismo andamiaje y el auditorio que escucha esa orquesta es el cliente”.
Martínez coincidió en la necesidad de acuerdos, subrayando que el sindicalismo argentino en general es un sindicalismo de gestión y que el diálogo social debe ser la llave maestra para superar los problemas estructurales. “En el mundo desarrollado, la sustentabilidad se construye con diálogo político, socio-laboral y con cuidado del medio ambiente. El capital tiene que estar al servicio de la economía y la economía al servicio de lo social. No hay una enemistad con el capital: lo que necesitamos es una mesa de entendimiento”, señaló, advirtiendo además que la política muchas veces entorpece las relaciones bilaterales entre empleadores y trabajadores, que deberían ser más ágiles y directas.
El intercambio incluyó miradas sobre la cultura argentina de corto plazo. Mientras Zamprile sostuvo que el ADN nacional suele buscar “ganar rápido” y priorizar la competencia por sobre la cooperación, Sica matizó esa idea y lo atribuyó más bien a los vaivenes económicos de las últimas décadas, que impidieron planificar a largo plazo.
En este punto destacó la importancia de estabilizar la economía y modernizar los marcos regulatorios. “Argentina es un violador serial de contratos y un defaulteador serial, eso dejó cicatrices profundas en empresas nacionales e internacionales. No podemos seguir con marcos de los años 70. Necesitamos instituciones que den confianza”, agregó.
Martínez coincidió en que lo que falta es una plataforma común, un “Plan Maestro” que defina hacia dónde quiere ir el país: si ser exportador, cómo desarrollar regiones como la Patagonia o cómo potenciar sectores estratégicos como la minería o Vaca Muerta.
“No puede ser que siempre tengamos un 30% de pobreza estructural. Tenemos que ponernos de acuerdo en problemas básicos y resolverlos. No podemos permitir que cada nuevo gobierno tire a la basura lo que se hizo antes”, afirmó.
El panel también abordó los desafíos que imponen la inteligencia artificial y la robótica. Lejos de una postura antagónica, Martínez planteó que el sindicalismo debe encontrar formas de acompañar estos procesos y evitar la evasión laboral (el empleo no registrado), mientras Sica advirtió que la apertura argentina todavía es incipiente y que el trabajo para mejorar la competitividad está recién empezando.
Alonso, por su parte, sostuvo que la industria argentina tiene capacidad de competir en el mundo si logra aprender de los mejores y mejorar procesos. “Hoy desde Tierra del Fuego exportamos sistemas de audio a varios países. Tenemos talento técnico de primer nivel, pero si no nos adaptamos a los estándares globales corremos el riesgo de repetir los años 90, cuando gran parte de la industria se fundió”, alertó.
La conversación dejó como conclusión que la competitividad argentina no depende de un solo actor, sino de la capacidad de empresarios, sindicatos, gobiernos y sociedad civil de sentarse a dialogar y consensuar un camino común.