La propuesta de Productividad Inclusiva sugiere que el camino más eficaz y menos riesgoso es un crecimiento, compatible con la reactivación, cuyo corazón es impulsar la demanda con protagonismo de la inversión en capital físico y humano y vinculada a las exportaciones.
Eso favorece una mayor creación de empleos formales y una generación de divisas más sostenible. La inversión requiere un cambio cultural de la sociedad que lleve a confiar en el futuro del país, no solo con grandes proyectos, públicos y privados, sino también con la refacción o ampliación de la casa, el taller o la oficina, las obras municipales y hasta la ambición personal de graduarse en la universidad, en la secundaria o en un oficio. Todo eso reactiva y contribuye a la PI, simultáneamente.
CLAVES PARA LOGRAR LA PRODUCTIVIDAD INCLUSIVA
Este trípode se funda también en que, en la Argentina, las políticas de desarrollo no han sido eficaces y ha caído la eficiencia del uso de los factores productivos. Al respecto, surge claramente de la nueva ola de estudios de productividad, especialmente los realizados por Nicholas Bloom y sus colaboradores, que la inversión en capital humano debe incluir, crucialmente, la mejora de la calidad del management de las empresas, dado su rol determinante en la productividad y en las exportaciones. La PI no es pues sólo una cuestión del Estado, es también de las empresas y de sus trabajadores.